Las Estaciones

 


Invierno

 

Es frio y taciturno,

Con su aliento se lleva a las flores,

Con el batir de sus alas deja un rastro blanco

Y con su presencia crea desilusiones.

Es frio como el hielo

Y desagradable como la hiel.

Quema como el fuego,

Arrastrando ciudades con él.

Pero al fin y al cabo,

Hace parte de los cuatro.

Gracias a él las flores después nacen

Y los arboles renacen;

Es un soplo de muerte,

Que trae a la vida.

Se convierte en refugio

Y a la vez en abandono.

Es como la palabra sin sentido:

Hiere a los menos afortunados

Y se aleja de los que la toman sin cuidado.

Nos libre el cielo de su presencia,

Del mismo modo de su ausencia.

Se presenta con furor

Y se despide con deferencia,

Dando paso al siguiente,

Que aguardaba con paciencia.

 

Primavera

 

Te burlas alegre de tu antecesora,

La miras de reojo y te alejas sin pestañear

Retomas los áridos campos,

Y los llenas de verdor.

Con un solo roce tu frescura

Vida muestra como alumbra,

Entre arroyuelos te la pasas;

Vida siempre fueron para ti.

Con alegría tomas a las flores

Y les renuevas su esplendor,

Esperas la noche,

Y sin embargo melancolía no afectas.

Y con una suave caricia

Esperas el nuevo día para brillar.

De los enamorados eres cuna,

Y en su guía te conviertes.

Desdichados aquellos contrariados

Que con tu presencia se escabullen,

Con melancolía te rehúyen

Y con lágrimas dejan su rastro.

Pues ellos están ciegos,

No ven el verdor y la frescura

Cual escenario de ventura.

Pero no duraran para siempre,

Y con tristeza te lamentan

Dejas paso al siguiente

Y entre risas te despides.

 

Verano

 

Con picardía se presenta,

Y con deferencia despide a su compañera

Alegres flores le esperan,

Y los riachuelos con recelo lo admiten.

Tiempo es de alejar la humedad,

Mejor es sin atavíos caminar.

En largas reflexiones te introduces,

Siendo cada una sin medida.

Aborreces el frio,

Como si de espantos se tratara,

Y este desaparece,

Ante tu imponente mirada.

Ya un señor te crees,

De bellas hojas son tus vestiduras,

Pero por más que así seas,

La diversión de ti no se aleja.

Aunque con miradas serias te muestras,

Tiernas en el fondo son tus promesas.

Solo esperas que todo tome su equilibrio

Para luego despertar.

Y haciéndole una picardía al tiempo,

Con el calor te pones a jugar.

En tristes ocasiones,

Debido a tus descuidos,

Lastimas de improviso,

A los pequeños riachuelos,

Que sus aguas pierden

A causa de tus agravios.

Con tristeza en el corazón,

Les aseguras su reivindicación

Y estos, aunque inseguros,

Con paciencia te perdonan.

De todos los cuatro,

Eres el más extraordinario,

Siendo tú el más apropiado,

Para despedir el tiempo aciago.

 

Otoño

 

Restos eres,

De lo que fue y no volverá,

Melancolía del viejo,

Suspiro del joven

Y alegría del niño.

Bellos colores tus hojas toman,

Es belleza que en pocos abunda,

Pues auguras una muerte segura.

Bellos arroyuelos reflejan tu imagen,

Se tiñen con el color que resaltas.

Eres uno y muchos colores,

Muchos y uno es poco,

Pero tú eres poco y todo,

Para al final ser nada.

Eres el último aliento,

Eres las lágrimas que brotan

Y también las que reposan.

Todos contigo embellecen,

Desventurados los que creen

Que al llegar tu

No llega la muerte.

Solo tú lo sabes,

Pues sabiduría reflejas,

Ya viejo eres,

Y eso es experiencia.

Mucho has soportado,

Pero ya falta poco,

Entre belleza te irás

Y con tristeza nos dejarás.




Paola Salguero

 

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