Pies a Bordo
En mi mente pasan recuerdos que me acercan aún más a lo que siempre he
soñado una completa felicidad.
Mi nombre no es relevante, mi edad no importa, lo que realmente se
necesita saber es como me siento ahora.
Mis pies saltan de un lado a otro, mis manos se unen para lograr sonidos
de agradecimiento, mis ojos se mueven de arriba abajo, mis oídos escuchan una
hermosa canción y por mis fosas nasales se respira un olor fragante.
Ahora sé que se siente caminar, ahora puedo correr sin temor a que fuera
un simple y pasajero sueño, me emociona sentir mis pies por eso froto y froto
mis medias sobre el tapete, créanme ¡es increíble!
Me resbalo, caigo y me levanto, soy el ser más afortunado de este
planeta, quiero correr una maratón, quiero caminar por verdes pastizales,
quiero poner mis pies en el mar, quiero escalar el Everest y anhelo saltar
descalzo sobre grandes rocas.
Antes se me era imposible poner los pies en tierra firme y de
hecho pensaba que eran un enorme adorno para un cuerpo tan pequeño, hoy creo
que es lo mejor que se me ha otorgado, es el adorno que más amo de mí, es lo
que me hace sentir vivo, son tan hermosas mis piernas así medio gordas y llenas
de cicatrices que son recuerdos y pelos que son lo que les da un toque
especial.
Corro a la habitación de mis padres, abro la puerta, me lanzo a su cama,
mamá sorprendida se levanta y yo sin decir nada la abrazo, le susurró al oído:
-Es hermoso correr-. De repente una tormenta viene sobre mí. –Dam despierta,
despierta, no encontré otra alternativa más que lanzarte un vaso de agua para
que despertaras, debemos estar listos en 15 minutos para tu terapia-.
Juan Rodríguez
Comentarios
Publicar un comentario