EL ANTIHÉROE por Ana Hoyos.

 

Sentado en mi escritorio, papeles por archivar, libros en desorden, informes por hacer y entregar,

Nada tenía sentido, tanto esfuerzo, tanta ambición, tantas expectativas no alcanzadas.

Ahí estaba yo, haciendo un trabajo de oficina que no me gustaba, mejor dicho, que detestaba.

En ese momento tomé la decisión de cambiar, no podía seguir así.

Hacer todo bien no me había llevado a la vida que quería.

Tiré esos archivos al piso, me paré bruscamente, entré en la oficina del jefe y renuncié.

Me puse mi chaqueta, me subí al ascensor, salí del edificio y me dirigí al primer bar que encontré.

Tomé uno, dos tres whiskies, ya ni me acuerdo cuantos.

- ¿Quién va a cantar? - ¡yo!, recibí muchos aplausos y abucheos también.

- ¿Quién va a bailar? - ¡yo! Fui el primero en salir, hice un gran show, me quité mi camisa y mis pantalones y mucha propina me dieron.

Hasta ahí me acuerdo.

Me desperté cuando el guarda me saludó y me dijo: - Ya se puede ir señor, pagaron su fianza.

Ahí acabó mi rebeldía y el día comenzó de nuevo.

Yo, el mismo de ayer, la misma buena persona otra vez.

¿Hasta cuándo? No lo sé, hasta mi próxima angustia existencial, hasta la siguiente vez que decida dejarlo todo para cumplir mis sueños.

Y todo, volverá a comenzar.

 

 

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