TENJO, PARAÍSO ESCONDIDO Por Zulia Rayo Anturi
Este escrito hace parte del libro publicado por la escuela virtual Historias en Yo Mayor
En cuanto paso el Puente de Guadua, respiro diferente, vengo de la selva de cemento. Al
llegar a Siberia, giro a la derecha y luego a la izquierda, dejo todas las preocupaciones. Más
tranquila, inhalo aire puro, mis ojos empiezan a llenarse de ¡verde… verde… y más verde,
estoy extasiada!, olvido el tiempo, en segundos entro a un pueblo, ¡me asombro! 25 minutos
desde que salí de esa urbe llamada Bogotá. Llego a Tenjo, de los pocos municipios verdes
de Sabana Centro. Me siento ¡maravillada!... ahora; buscar qué hacer, qué conocer y qué
desayunar. Preguntando, me mandan a una cuadra del Parque Principal, la esquina de
doña Carmenza Bayona, quien, por tradición, prepara ¡unos amasijos!, ¡unos dulces!, ¡todo
es absolutamente delicioso!, volveré por la cuajada con melao. Subo al Parque, a la derecha
una construcción colonial llamada “Casa de Chitasugá”, Centro Artesanal. De frente, el
“Edificio Municipal” de influencia francesa, al igual que la casa donde funciona la oficina de
Servicios Públicos. En el marco del Parque, también está el “Templo Doctrinero Colonial”,
data de 1603, declarado “Monumento Nacional” en 1982. Fue convertido en “Museo Religioso
Antiguo y Contemporáneo Cardenal Crisanto Luque”, en honor a quien fue primer cardenal
de Colombia, oriundo de Tenjo; allí apreciamos sus elementos personales y fotografías.
En ese lugar también se pueden ver obras del maestro Gregorio Vásquez de Arce y
Ceballos. También encontramos un cuadro mandado a pintar por doña Julia Arciniegas,
al maestro Armando Villegas, la primera “Virgen Indígena” con su niño, rodeada por las
verdes espigas de maíz, el dorado de las mazorcas, en contraste con los brillantes colores de
los colibrís. Doña Julia, cansada de las vírgenes extranjeras, la crea para representar lo más
autóctono de la región; el maíz, el alimento base para tamales, empanadas, amasijos y la
tradicional chicha, herencia indígena que luego satanizó la Cervecería Bavaria.
Allí, pegadita, la Iglesia Santiago Apóstol, cuya fachada no se construyó conforme al
diseño inicial, dicen, por una maldición de un cura. Tenjo contaba con cuatro Capillas Posas,
que, como su nombre lo indica, servían para “posar”, desde el Santísimo Sacramento hasta
el sometimiento de los indígenas, según las malas lenguas. ¡Vaya uno a saber!
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HISTORIAS EN YO MAYOR
2.0 Una de ellas aún sigue medio en pie, en la esquina de la carrera tercera con calle cuarta.
Cuadra arriba, la Capilla Posa dedicada a San Antonio, en un comienzo con el niño, hasta
que una muchacha en edad de merecer lo secuestró y el pobre San Antonio, al ver que no
podía pagar el rescate, decidió irse a buscarlo…
Volviendo al Parque, ¡se me olvidaba lo más importante! Unos monumentales árboles de
más de 150 años. Entre ellos, hay magnolios, cauchos Tequendama, nogales, guayacanes de
Manizales y sangregados, que rodeaban el acueducto del pueblo en sus inicios, a la izquierda
del busto de Jorge Eliecer Gaitán. ¡Ah!, reza la tradición oral que Tenjo fue paso de Simón
Bolívar —El libertador— y cuna de Policarpa Salavarrieta —La Pola —.
Camino al nuevo acueducto, “Los Tanques”, baja una tímida quebrada llamada
“Tiguacé”.
Llego a las cuevas o “Cucas”, templos sagrados, ceremoniales, seminarios para la
enseñanza de los indígenas Muisca; grupo perteneciente a la familia lingüística Chibcha,
que ocupó la altiplanicie de Cundinamarca hacia el siglo VII. Las Cucas eran tratadas con
respeto, de manera espiritual. ¡Sí!, la paz interior, estar en pleno contacto con la naturaleza
es algo ¡indescriptible!…
Después de unos minutos de meditación y de escudriñar aquí y allá, subo al “Mirador”
desde donde puedo observar todo el Valle de Santiago de Tenjo, enmarcado por la Peña de
Juaica y la Serranía del Majuy.
Contemplando tanto verde, respirando el aire fresco, abrigada por el sol, sólo pienso
que encontré el “Paraíso Escondido”.
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