Ultima carta por Felipe Siempira
No te odio ni te quiero, pero, me duele el
hecho de saber que olvide tu voz, sin embargo, debo continuar ¿Por qué me
estancaría en un recuerdo tuyo? No tiene sentido... después de todo solo tú
sabes el motivo de tu escape tan repentino, y yo... bueno, como dije al inicio,
no te odio.
Odiar a quien un día amaste en mi contexto
está mal y hago referencia a mi contexto, cada quien vive en un contexto diferente,
cada uno ama a su manera o cada quien confunde manipulación con “actos de amor”
a su manera. Ante esto que dije “cada uno ama a su manera” me hace pensar en lo
diferentes que somos. Tú, siempre sonriente pero distante, estabas y a la vez
no, que irónico que el hecho de no decir unas palabras tan simples, cortantes
como espada de dos filos al principio pero con el pasar del tiempo más
comprensibles que esos libros que leíamos de niños, te costaran tanto, y no, no
soy el único en el mundo en estar en un lugar como este, no seré ni el primero
ni el ultimo y es por eso que no te odio, porque soy consciente de que es parte
de mi camino, porque sé que no puedo odiar la música romántica solo porque me
recuerda a ti. No te odio a pesar de que soy humano, y como humano muchas veces
es más fácil ver el odio y rencor que el “arcoíris” que tanto pintan las
películas. Después de todo... Me odio a mí, bueno, a mi anterior yo. Después de
esto que dije puede sonar a frase de adolescente inseguro y deprimido, déjame explicarte
porque odio a mi viejo yo, me odio por entregarme de esa manera, por dejarme
llevar de tus ideas, por enfocarme tanto en tu felicidad a tal punto de olvidar
que me hace feliz a mi... Odio a ese niño que perdió mucho tiempo, que no hizo
caso a los consejos, que lloro tanto por ti que se olvidó de quien era el, y
ahora solo hay un vago recuerdo y es que el hecho de tener una rosa y aguantar
sus espinas no te hace automáticamente el dueño del jardín donde ella habitara.
Comentarios
Publicar un comentario