Pablito por MARIA TERESA AMORTEGUI
Pablito era mi vecino y además familiar lejano, era moreno alto, con unos ojos café oscuro profundo, muy bello y apuesto; Él tenía 13 años, yo 11. Me encantaba y al parecer era mutuo.
Por la ubicación de nuestras viviendas, necesariamente
tenía que pasar todo el tiempo por el frente de mi casa, yo había aprendido
cada uno de sus horarios, especialmente el de la salida de su colegio: a las
3:30 pm de lunes a viernes pasaba por mi ventana, sin embargo, desde las 3 de
la tarde los mismos días (luego de volver de mi colegio) tomaría la sana
costumbre de regar las plantas que mi mamá tenía en el jardín; la verdad mi
mamá se extrañaba mucho que me ofreciera a regar unas plantas que nunca antes
había siquiera reparado, pero es que desde el mes de abril ¡¡¡Pablito me había
dicho que quería ser mi novio!!!, eso
era muy raro para mí… no sabía
exactamente qué significaba, pero desde este día en el que le dije que sí, yo
estaba diferente: más alegre, dispuesta y me fijaba en otras cosas que jamás me
llamaron la atención.
Recuerdo también
que desde el día siguiente llegaba a mi casa cada día con cualquier excusa solo
para entregarme una chocolatina jet y me daba un beso en la mejilla, o cuando
pasaba por el frente hacía algún ruido como un ladrido falso de perro y me
dejaba una florecita en el antejardín, todo esto me indicaba que era la novia
de Pablito.
Pasaron 15 días,
un sábado llegó a mi casa, me dijo que sus hermanas mayores saldrían de paseo a
la montaña cercana e irían con sus respectivas parejas y quería que fuera con
él. Mi mamá me dio permiso y me fui muy
emocionada; una vez perdimos la vista de la casa, él me cogió de la mano y fue
muy grato sentir esa mano tibia que me llevaba, me protegía. Las demás 3 parejas iban abrazadas en su
propia realidad. De pronto sin tener
certeza de cuanto caminamos llegamos al nacimiento de un riachuelo, ya estaba
cansada pero el sonido de la pequeña caída de agua hacía que me sintiera como si
hubiera llegado al paraíso, en entonces que Pablito se me acerca aún más, me
toca mi cara con sus manos frescas, temblorosas y me da un beso pausado,
cariñoso, sensual que me provoca una impresión
fantástica por todo el cuerpo,
wooow que bello fue sentir sus labios, cargados de una ambivalencia
maravillosa: la ternura del primer beso, el primer amor y la impetuosidad del
momento esperado. Habíamos cerrado
nuestros ojos, entrelazamos nuestras manos y nuestras respiraciones se
acompasaron durante los 30 segundos que duró este hermoso momento, luego de los
cuales me abrazó y me sentí maravillosamente cobijada por el amor, ese que
aunque no conocía, imaginaba su grandiosidad; todos nuestros sentidos se habían
exaltado, el río sonaba cada vez más fuerte y sonoro, los pájaros nos hacían
coro, seguramente aspirando y glorificando el amor puro que impregnaba el
ambiente que nos rodeaba
Luego de esto,
Libia la hermana de Pablito nos llama porque ya teníamos que devolvernos al
pueblo, rompiendo de manera drástica el hechizo amoroso del que fuimos
felizmente víctimas.
De regreso, él
seguía tomando mi mano en silencio, pero sonreíamos plenos como si hubiésemos ¡¡¡encontrado
un tesoro!!! al llegar a casa, me dejó en mi puerta, se acercó sonriente
diciéndome que había sido una hermosa tarde, me dio un beso de despedida en la
mejilla y nuevamente acarició mi cara con sus tibias manos, las cuales hasta
hoy recuerdo en mis momento más dulces.
Divino!!!
ResponderEliminarMil gracias
EliminarGrandioso y tierno
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