CUENTO PARA UNA MUJER QUE QUISO SER Y ES POR MARTHA LUCÍA MORENO FAJARDO

 Aterrizo el último día posible en mitad de cuarentenas varias. Estaba en Montréal, Québec cuando escuché por primera vez hablar al primer ministro provincial de un tal virus coronado. ¿Sería como la Diosa del vallenato? ¡He asistido desde entonces a uno de mis más bellos florecimientos!

¿Qué relación puede existir entre una corona y una cangreja?, me pregunté. ¿Lo redondas?, ¿lo lunares?, ¿lo misteriosas, lo astrólogas, lo visionarias?, ¡ como se advirtiera en LA TEJEDORA DE CORONAS de Germán Espinosa … !

El 16 de marzo en la noche, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau anuncia el cierre de fronteras aéreas, marítimas, fluviales y terrestres a partir del 18 de marzo a las 00:00 horas. Yo había escogido por azar, la fecha de mi regreso desde diciembre de 2019 cuando había sido invitada por un mes a la América del Norte.

 A principios de la década de los noventa cuando un diploma de pregrado y un trabajo importante en ciencia política pudieron haber indicado que mi camino sería recto o sin muchos recovecos, el lado oscuro de la luna de quien soy hija estelar parecía contradecirlo. Y en efecto, en algún sueño olvidado debió recordarme específicamente esa sombra lunar que mi vida la construiría a partir de cuanta contradicción eterna estaba estructurado el mundo.

¡Creo que precisamente por ello soy una Mujer profundamente feliz al haber nacido un 4 de Julio de 1966, para reconocerme en la bóveda celeste como Cangreja! Una crustácea con cinco pares de muelas, tentáculos o patas para caminar de lado o transversal y quizá también para morir horizontal.

En el ’93 se anunciaba en el Pacífico Vallecaucano un eclipse y la Cangreja de entonces ya había sentido en el centro de su corazón, una inaplazable urgencia de seguir buceando tras su primera certificación en el Caribe Colombiano de Providencia. Ser agua-agua de nacimiento era precisamente lo que lo hacía impostergable. ¡¿Qué mejor escenario que la Isla de Gorgona para el eclipse y otra inmersión?!

Un año antes en celebración nacional por el logro colombo-comunitario de discutir y aprobar una nueva constitución política, me había certificado como buza tras una inmersión de noche de plenilunio con el más visual y potente cardumen de peces loro. Entonces la luna llena me recordaba que de lo que se trata la vida es de vaciarse siempre para empezar de nuevo a exaltar fruto por fruto y flor por flor en un intento diario por inyectar vida y luz a cada uno de los nuevos pasos en dirección a más y mejores contradicciones. Que la vida nace en el trópico de cáncer para luego recogerse en el trópico de capricornio era una sensación que tan sólo los azules del Caribe empezaron a conjeturar para mí, entonces.

Pero ¿cómo atribuirles lenguajes recién nacidos a los colores?, ¿pasos inéditos a las texturas?, ¿miradas dormidas a los amaneceres?

Un nuevo milenio esperaba silencioso, empezaba a desperezarse. Sus pestañas encontraban con dificultad la posibilidad de despegarse, una a una, hacia el mayor de los encandilamientos.

 El papá Centauro había decidido irse con el decolaje del milenio y su Hija Cangreja de pronto se enfrenta con lo inevitable: vivir su orfandad en otra parte sin tener idea alguna de cómo hacerlo. ¿Otra isla?, ¿otro mar? ¡No! Había olvidado que sus raíces estaban bordeando una montaña sagrada, en la tierra más negra y más fértil de la que jamás antes había escuchado hablar: una tierra abierta, generosa, sin afán; donde los colibríes y las mariposas monarca, seguramente también coronadas, hicieron un alto en el camino para esperar atentas La Primavera de Vivaldi en una cordillera que no conoce de estaciones solares.

Y a partir de entonces su vida se ha ido esculpiendo en ires y venires de luces y de sombras bajos lluvias con su canto, y acunada por sus vientos de arena, de sol y de hojarascas, también de copos de nieve o de lluvia helada.

¡Gracias con violines en el Cielo, Papá!

 Y de regreso, entonces, a lo que yo he querido renombrar como un recogimiento activo voluntario, descubro que el más grande regalo de este juego coronado de virus y/o bacterias entre floras y faunas varias ha sido mi Conciencia Cósmica recientemente reinventada y enfocada, además de un sistema inmunológico a prueba de cada una de mis inhalaciones y exhalaciones.

Haber sucumbido ante el conocimiento ancestral de Oriente a través de la meditación y el yoga y haberme sumergido en el poder natural de mis plantas amazónicas chamánicas y alucinógenas le han recordado a mi Alma que bastaba con integrar los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos: aire, fuego, agua y tierra y seguir sembrando amor para auto regularme y armonizar.

 LA MAGIA y EL AGRADECIMIENTO han sido los favores celestiales más notorios. La magia de una corona de flores que se entreteje per se, una y otra vez, en la medida en que el Sol se pone y se sumerge en la sombra de su Luna a quien insiste en seducir precisamente a pesar de la distancia en el movimiento. ¡Y un agradecimiento eterno de luces de bengala y flechas de Centauro que le apuntan a cada una de las estrellas, venias irrestrictas de humildad de Espíritu más LA DANZA ETERNA de toda chispa divina con todo polvo de estrella . . . !

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares