EL ESPEJO DE MI NIÑEZ por Danna Pinzón

 Mis ocho años, los recuerdo como si fuera ayer, me encantaba ir por ahí sonriendo y moviendo de lado a lado las dos coletas que mi mamá me hacía para antes de ir al colegio. El mundo era mágico y ni siquiera estar encerrada en la sala era aburrido, solía mover los sofás, correr de aquí, para allá imaginaba que la sala era un zoológico, donde de vez en cuando un ñandú me perseguía, le tenía tanto miedo que corría llorando hasta los brazos de mamá, ella nunca entendía cuál era la razón de mi llanto, ya que siempre balbucee y le señale al ñandú asesino que venía por mí, ella solo reía y nunca se le hizo extraño, pues solo era una niña con mucha imaginación.

Ha pasado el tiempo, he crecido un poco, el zoológico ya no existe, no hay ningún ñandú que me persiga en busca de asesinarme, ahora, de vez en cuando, simplemente me quedo mirando al espejo y en el reflejo hay una extraña que aún no reconozco, tiene mis ojos, pero su cara…. Se ven tan cansada, al parecer la vida no la trata bien, tiene ojeras, arrugas en la frente, ya no tenemos la misma sonrisa resplandeciente, su energía al igual que sus dientes parece que se han perdido poco a poco, me atrevería a decir que sus ojos casi se van a apagar, pues cada vez que intenta incorporarse cerca al espejo para saludarme, su cuerpo entero suena al compás de su bastón que golpea fuertemente contra el suelo.

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