LA BRUJA DE RISOS NARANJA por ELSA PARRA GÓMEZ.

 Desde mi ventana se ve aquel cielo rojo, naranja, intenso y azul, degradé, también, se divisan las siluetas de las montañas y una que otra luz de las casas de la peña, aquel lugar cerca a las cuevas que da origen al relato de la bruja que ingresa a nuestra dimensión cada década, cuando los cielos están en su mayor esplendor color naranja, señal de su pronta aparición. Ella es Francelina, de aspecto delgado, rostro de luna, nariz respingada, tez pálida, cabellos rizados naranja, posee una sonrisa bien particular, al realizar alguna pilatuna sonríe como perro pulgoso, en su portal puede viajar a cualquier tiempo solo que al mismo lugar.

Se aparece a los viajeros y caminantes, le apasionan los hombres de tez blanca y barba bien poblada, en las montañas se convierte en árbol y deja que los caminantes la tomen de sus brazos los cuales ven como ramas que impiden el paso, en rocío para besar su rostro, en viento para rozar sus labios, a medida que el caminante avanza ella se va siendo visible, siempre lleva un vestido largo de color azul, que tiene estampado una luna y un sol con girasoles gigantes; su mirada es coqueta, sus ojos cambian de color miel a azul verdoso, es algo torpe, por andar soñando y contemplando los cielos, se tropieza con todo, es así, que sus piernas están llenas de moretones, sus cabellos llenos de ramas y tierra.

Cada vez que ve a alguien en el bosque, especialmente si es hombre, los agobia, les hace berrinche, ellos la ignoran, avanzan con rapidez hasta que la pierden de vista. Un día encuentra a un caminante un poco desorganizado, alguien perdido en el tiempo y el espacio, de barba larga, algo andrajoso, ella lo ve perfecto, él solo la idealiza y contempla sus rizos naranjas que se convierte en su enamorado y confidente, todos los días muy temprano camina hacia la montaña y visita a su Francelina la bruja, al caer la tarde regresa al pueblo y le cuenta a todo el mundo que viene de visitar a su amada, en el pueblo nadie le cree, pues él es Marcelino el loquito, quien tiene una particularidad cada vez que una mujer se le acerca se le enredan los pies y queda de rodillas como enamorado en súplica de amor.

Marcelino ve en las mujeres reflejada a su amada, siempre andrajoso y soñador, cada día sigue inmerso y camino a la montaña sin falta, las personas en el pueblo dicen que él era un hombre muy elegante y guapo, cuando era joven hace 20 años aproximadamente, él estaba visitando el parque de los novios en Bogotá, cuando unos hombres muy malos le dieron escopolamina para robarle sus pertenencias, a partir de ese momento siempre tiene alucinaciones que convierte en hermosos relatos que cautivan a los que viajan a la montaña.

 

Autor: ELSA PARRA GÓMEZ.

Taller creativo literatura.

24 Marzo de 2023

 

Comentarios

Entradas populares