DESAYUNO LLANERO por MARIA TERESA AMORTEGUI
Por razones de
trabajo, salí sobre las 3:30 am a Siberia para que una buseta me recogiera y me
llevara cerca de Acacías; llegue a una típica finca llanera en las afueras de
Villavicencio, me sorprendió que a pesar de que llegué muy temprano o eso
pensaba yo (eran las 7 am), ellos estaban levantados desde las 4 am, habían
preparado el tinto de la mañana, salido al ordeño, traído la leche, lavado las
cantinas, lavado estable, dado comida a los terneros y expandido la cuerda en
el potrero a las vacas, habían dado de comer a perros, caballos, etc., habían
arreglado la casa, las pesebreras, es decir ya estaba hecho gran parte de la
tarea diaria. Ahora ya se disponían a
desayunar, el cual consistía en carne frita, un pocillo de caldo de carne, arepa,
también tenía una raja de plátano y otra de yuca acompañada de café con
leche. Yo quedé asombrada, no era un
desayuno sino un almuerzo completo, así que solo comí la arepa y el café,
mientras ellos me miraban extrañados, no entendían como podía yo comer tan poco
y ser tan gorda.
Luego de
realizar mi trabajo que consistía en una entrevista estructurada con una
duración aproximada de 2 horas, me invitaron a comer Bienmesabe que es un
delicioso pastel de almendras hecho con huevos, leche y azúcar acompañado de
café recién preparado aromatizado con canela y panela, ¡¡como negarse ante ese
delicioso olor, color y sabor!!, así que en cuestión de 5 minutos esas
deliciosas viandas habían desaparecido de la bandeja azul con pintas blancas en
la cual me habían servido “el algo” que ellos consideraban una merienda
sencilla y tradicional pero que para mí fue un exquisito y placentero
honor.
Una vez
terminada mi labor en aquella finca, me despedí de esta afectuosa familia que
me había demostrado con su atención, afecto y respeto, la importancia de la
tradición en las costumbres del olor y sabor de la casa para dar la bienvenida
a una visitante.
De esto han
pasado casi 8 años pero aún sonrío y tengo el sabor en la boca del desayuno
llanero.
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