Renaciendo por ANA HOYOS

 Puede que mi memoria me falle, ya tengo casi 80 años, pero tengo grabado en mi cuerpo todos estos recuerdos.

Ese día 2 de mayo de 1958 cambió nuestra vida, salimos de nuestra pequeña casa en el campo sólo con nuestra ropa, papá ya no estaba y debíamos comenzar de nuevo.

Los llamaban la chusma liberal y eso intentó acabar con los sueños de nuestra joven familia. Papá no quiso pagar una extorsión - No puedo darles ese dinero, la plata no es mía. Eso fue lo que le dijo a los delincuentes cuando le exigieron que entregara el dinero de la construcción que dirigía.

Sólo unos días antes, éramos una familia feliz de 10 personas. Papá salía a trabajar cada mañana, siempre en construcción o minería, nosotros nos levantábamos a las 5 am, nos bañábamos con agua muy fría, mamá nos daba el desayuno, aguapanela con migas de arepa con huevo, luego revisaba que estuviéramos bien peinados, nos daba la bendición y nos íbamos para el colegio. Mamá hacía las labores del hogar y luego se ponía a trabajar en su huerta, que quedaba en el patio de atrás de la casa. Al llegar del colegio, mamá tenía todo arreglado, nos lavábamos las manos, tomábamos las onces, chocolate con calados y nos poníamos a hacer nuestras tareas.

Papá llegaba de su trabajo a las 5 pm y nos contaba todo lo que había hecho en el día. Recuerdo que en algún tiempo trabajó en minas de oro y cuando todavía no había políticas ambientales, él nos explicaba cómo hacer un adecuado manejo de aguas residuales; también le gustaba trabajar en la construcción de carreteras, y decía que, cuando llegaba una vía a un pueblo, llegaba también el desarrollo y la presencia del Estado.

Decidió crear su propia empresa y muchas veces conseguía trabajos en sitios muy alejados; podía pasar dos o tres semanas fuera de casa. Cuando partía, nos tranquilizaba y nos decía -recuerden esto, muchachos, ante todo trabajo y rectitud. Todos lo esperábamos ansiosos para escuchar sus historias, y aprender cómo se hacían las carreteras, los movimientos de tierras, el ferrocarril del Magdalena en el que también trabajó y muchas otras obras.

También nos daba lecciones de vida, nos decía - deben ser rectos, responsables, trabadores, creer en Dios y actuar con propósito, porque cuando se tiene un propósito, la retribución se encuentra cuando lo alcanzamos, pero si no lo tenemos, o si nos lo quitan por tiranía o dictadura, simplemente se acaba el incentivo del trabajo.

Fue precisamente trabajando, ese día fatídico de 1958 cuando por ser fiel a sus principios, se rehusó a pagar una extorsión y encontró la muerte.

Desolación, tristeza, vacío, eso quedó en nuestra gran familia. Como tantas familias en nuestro país, nos fuimos de nuestro hogar en una época en que aún no se conocía el término del desplazamiento.

Dejo que se imaginen las dificultades que tuvimos para sobrevivir, pero poco a poco volvimos a empezar, literalmente renacimos de la nada, y lo más importante, nos aferramos a esas enseñanzas que nos dejó papá para no caer en el odio, resentimiento y desesperación. Al final, creo que lo hicimos bien, todos nos convertimos en profesionales, para bien de nosotros mismos, de nuestras familias y de la sociedad.

Comentarios

  1. Me encanta. Fueron muchas las familias desplazadas por la violencia política que se deshicieron del odio y siguieron adelante con fe en el trabajo que construye futuro. Son historias que reconcilian con la vida.

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