Brisa por Lumana
Medio siglo juntos y siempre quiso estar con su pareja frente a una playa, escuchando el sonido adormecedor de la brisa, disfrutando desde un buen balcón, en una cómoda hamaca y unos buenos vinos.
Varias veces hizo el intento, pero fueron fallidos porque algo o alguien interrumpía la paz que querían desde el fondo de sus almas.
En la oportunidad que casi lo logran, el comportamiento de las suegras, invitadas de última hora, fue desastroso para la pareja. La una con actitud caprichosa, de niña malcriada llamando la atención porque no había sido la única invitada y las expresiones de la otra disfrutando a pierna suelta, diciendo que esa era la vida que ella merecía. Esa fue la peor salida. Más aún cuando el plan de viaje era de una semana completa.
Fue una inversión económica muy mal aprovechada. Sólo dejó amargura y dolor.
Pasados los años, pudieron celebrar su aniversario en un centro de recreación tranquilo, los dos solos, pero no tenía la brisa y el balcón soñados. Fue lo más cercano a ese momento deseado; sin embargo, no alcanzaba el éxtasis necesario.
El último intento para llegar a la playa soñada fue poco antes de sus bodas de oro. Los planes eran grandes en cuanto a tiempo. Nunca antes se habían tomado más de una semana viajando. El uno propuso una salida a varias ciudades y el otro sólo quería ir a la playa. Los costos en el segundo caso se subían por los aviones, el hospedaje, la alimentación, desplazamientos y demás, mientras que en el primero existía la posibilidad de conducir su propio vehículo a menor costo. Adicionalmente, compartir con los familiares a quienes se pasaría a saludar.
El deseo de sentir la brisa se volvió a desvanecer. No era posible. Por encima de este sueño había otras prioridades.
Pasaron los años y la imaginación tuvo que sentir la brisa del mar sin que costara más que el asomo de pequeñas lágrimas en un par de ojos soñadores.
Un día algo sucedió y entonces, por fin, se pudo tomar la decisión sin restricciones de viajar a aquel lugar tan deseado. Sin pensarlo dos veces, se compró el pasaje, se hizo la maleta incluyendo una pequeña caja delicadamente empacada.
El avión partió y el alma se elevó hasta el cielo. Verlo desde la ventanilla, con hermosos paisajes creados por las nubes, superaba el sueño de tantos años. En el hotel la mejor habitación con vista al tranquilo mar desde un balcón amplio con la brisa corriendo por su cara en ese atardecer esplendoroso.
En el centro del balcón, una mesa con dos hermosas copas que acompañaban a una botella del mejor vino y la cajita delicadamente empacada.
Amor mío, por fin estamos los dos, solos, en el lugar de mis sueños. Por fin lo hemos cumplido; quiero que lo disfrutemos hasta el amanecer. Deseo mantener por siempre este recuerdo y disfrutar de tu compañía. Mañana muy temprano sentiremos la brisa cuando caminemos por la arena hasta el arrecife a donde tendré que dejarte navegar arrojando tus cenizas al mar.
Lumana
Junio 29/2024
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