DEL DOLOR por MYRIAM OLAYA
Y vuelve a fluir la frustración, la tristeza y el desasosiego.
Se para la respiración, el pensamiento, se aligeran los latidos, se acentúa el dolor y con ello las lágrimas que no cesan de brotar, a ver si así logran limpiar el alma sentida, arrugada, arrinconada. No más preguntas, no más disculpas, no más argumentos, solo sensaciones, de sentimientos y emociones que taladran, entran y salen, persisten en mostrar la honda tristeza que alberga el ser.
Sin reclamos si hay o no merecimiento, sin reproches, sin justificaciones, solo sentires.
Grita el ser que esto es pasajero, que no le dé importancia, que no vale la pena, que trabaje para superar. Pero no, se necesita sacar, gritar, no amordazar, llorar, desesperar, aunque la regla sea tranquilizarse.
Mañana será otro día, pero esta noche es mía, me corresponde sentir hasta lo más, profundo, sin escatimar, llorar hasta desgastarme, arrastrarme en mi dolor, no consolarme, dejar que me abandone a la tristeza, que se quiebre mi orgullo, confiando que pase la tormenta y mi ser se vuelva a acomodar.
Esa soy hoy, amiga del dolor.
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