MI ABUELA por Gloria Amparo Castro Díaz

 Ella era una persona muy trabajadora, amorosa y responsable. Gracias a su esfuerzo logró montar un restaurante en una zona popular a donde acudían especialmente empleados y empleadas de las fábricas, talleres y negocios de la zona. Era tal el prestigio del restaurante que tuvo que contratar empleados adicionales, comprar más vajillas y cubiertos y acondicionar el lugar para poder habilitar más mesas, en fin, logró tener un restaurante próspero que le permitió proporcionar una buena vida a sus 3 hijos. También logró comprar una buena casa, matricular a sus hijos en buenos colegios, llevarlos de vacaciones 2 o 3 veces al año y darse otros gustos.

 

Después de algunos años de disfrutar de una buena vida en compañía de su familia, desafortunadamente se enfermó y a pesar de los tratamientos médicos, al poco tiempo murió dejando a sus 3 hijos, aún muy pequeños, de 7, 9 y 12 años.

 

A la muerte de ella, el papá de los niños no supo manejar la situación. Sumido en la tristeza y el alcohol, perdió el patrimonio que la señora había conseguido a tal punto que ni siquiera se preocupó por volver a enviar a sus hijos al colegio. Debido a que también perdió la casa donde vivían, tuvo que llevar a vivir a sus hijos a lugares con muchas limitaciones, eso sí, nunca los abandonó.

 

Con el tiempo sus hijos supieron al comentar lo sucedido con un abogado conocido, que habían podido demandar y recuperar la casa que había comprado su madre, pues era un bien de menores y no se podía haber vendido, pero como el negocio de venta lo había hecho el padre de los niños, él podría ir a la cárcel por haberlo hecho. Los hijos nunca quisieron demandar, el tiempo había pasado y ellos habían logrado con su esfuerzo construir hogares estables y gozaban de una buena vida.

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